Crónica de una Muerte Anunciada
PERSONAJES:
SANTIAGO NASAR: Personaje principal. Joven hombre de un pueblo en el Caribe, heredero de una finca y fortuna. Es asesinado por los gemelos Vicario. Creyente católico, gusta de la pachanga. Nunca supo que lo iban a matar hasta minutos antes de que ocurriera.
ÁNGELA VICARIO: Personaje principal. Joven mujer que se casa con Bayardo San Román pero es regresada a su familia cuando su esposo se da cuenta de que no era virgen. Ángela era la más bella de cuatro hermanas, pero tenía un aire desamparado y una pobreza de espíritu cuando era joven. Cuando es más grande, es persistente al tratar de recuperar a su marido con las cartas que envió por 17 años y cuenta con descaro y desmesura su desventura pasada.
CAPITULO 2
Bayardo San Román, el hombre que devolvió a la esposa, había venido por primera vez en agosto del año anterior: seis meses antes de la boda. Andaba por los 30 años, era muy rico, tenía los ojos dorados, de cintura angosta y parecía un hombre triste. Nadie supo nunca a qué vino realmente, se decía que andaba de pueblo en pueblo buscando novia para casarse. La noche en que llegó dio a entender en el cine que era ingeniero de trenes y habló de la urgencia de construir un ferrocarril. Nunca se estableció muy bien cómo se conocieron él y Ángela, pero supuestamente un día Bayardo vio a Ángela caminar por la calle junto con su madre y dijo que se casaría con ella.
Ángela Vicario era la hija menor de una familia de recursos escasos. Su padre, Poncio Vicario, era ciego y orfebre de pobres. Purísima del Carmen, su madre, había sido maestra de escuela hasta que se casó. Las dos hijas mayores de Pura se habían casado muy tarde y una hija intermedia falleció de fiebres crepusculares.
Ángela era la más bella de las cuatro, pero tenía un aire desamparado y una pobreza de espíritu que le aguardaban un porvenir incierto.
Al muy poco tiempo, Bayardo San Román le propuso matrimonio a Ángela. Ella no estaba muy convencida de convertirse en su esposa, pero él había atrapado con sus encantos a la familia Vicario y además representaba una gran bendición, tomando en cuenta el estatus social de la familia. La madre de Ángela pidió que Bayardo San Román acreditara su identidad, pues hasta entonces nadie sabía quién era. Bayardo trajo a su familia para ponerle fin a las distintas conjeturas y chismes que circulaban en el pueblo acerca de su identidad.
El día de la boda se fijó pronto y hubiera sido antes de no ser por el luto que guardaban los Vicario. Ésta se iba a celebrar en casa de la familia Vicario, la cual requería de remodelaciones para la cantidad de invitados, incluso Bayardo alquiló las casas de los vecinos para que tuvieran más espacio para el baile. Asimismo, ya estaba dispuesto el nuevo hogar de la pareja, una casa en la colina que pertenecía al viudo Xius y era la casa más bonita del pueblo,
ÁNGELA VICARIO: Personaje principal. Joven mujer que se casa con Bayardo San Román pero es regresada a su familia cuando su esposo se da cuenta de que no era virgen. Ángela era la más bella de cuatro hermanas, pero tenía un aire desamparado y una pobreza de espíritu cuando era joven. Cuando es más grande, es persistente al tratar de recuperar a su marido con las cartas que envió por 17 años y cuenta con descaro y desmesura su desventura pasada.
BAYARDO SAN ROMÁN: Personaje secundario. Joven de familia rica que va al pueblo a buscar mujer para casarse. Es de mirada triste y muy orgulloso.
PABLO Y PEDRO VICARIO: Personajes secundarios. Asesinan a Santiago Nasar para salvar el honor de su hermana. Son religiosos, moralistas y gustan de la pachanga.
NARRADOR: Personaje principal. Busca la verdad de los sucesos en el asesinato de Santiago Nasar y a base de entrevistas, conforma la historia. Primo de los Vicario y gran amigo de Santiago Nasar.
CAPITULO 1
El día que mataron a Santiago Nasar, se levantó a las 5:30 de la mañana, después de haber asistido el día anterior a la boda de Ángela Vicario. Se dirigía al puerto para recibir al obispo que venía en barco a darle la bendición al pueblo, su padre era árabe, tenía una hacienda y le gustaban las armas, mientras que su madre era sensible y sólo amaba a su hijo.
Salió vestido de lino blanco después de haber desayunado. Victoria Guzmán, la cocinera, estaba enterada de que iban a matar a Santiago, pero no le dijeron nada porque en el fondo, Victoria Guzmán deseaba que lo mataran. En el suelo, había una carta de advertencia para Santiago en donde le especificaban quiénes lo matarían, por qué razones y a qué hora lo harían, pero cuando Santiago salió, ni él ni nadie la vio hasta después del asesinato.
Santiago Nasar salió por la puerta principal y se dirigió rumbo al puerto. Al pasar cerca de la tienda de Clotilde Armenta, Pedro y Pablo Vicario, gemelos de 24 años, ya estaban esperando a Santiago para matarlo,El obispo no bajó del barco y desde allí dio la bendición. Santiago se sentía decepcionado, pues esperaba besarle la mano. De regreso se encontró con Margot, la hermana del narrador, quien invitó a Santiago a la casa a desayunar, pero éste prometió regresar en cuanto se cambiara de vestimenta. Muchos de los que estaban en el puerto sabían que a Santiago Nasar lo iban a matar. Don Lázaro Aponte, alcalde municipal, creyó que ya no corría ningún peligro, asimismo, el padre Carmen Amador. Cuando Margot caminaba rumbo a su casa, se enteró del escándalo que circulaba: la hermosa Ángela Vicario, que se había casado el día anterior, había sido devuelta a casa de sus padres porque el esposo encontró que no era virgen. Nadie podía explicarle cómo fue que el pobre Santiago Nasar terminó comprometido en semejante enredo, pero sí sabía con seguridad que los hermanos de Ángela lo estaban esperando para matarlo. Margot le contó a su madre la posible tragedia y ella salió rápidamente para avisarle a Plácida acerca de los intentos de asesinato contra su hijo, sin embargo, cuando iba en la calle, le dijeron que ya era muy tarde, Santiago ya había sido asesinado.
El día que mataron a Santiago Nasar, se levantó a las 5:30 de la mañana, después de haber asistido el día anterior a la boda de Ángela Vicario. Se dirigía al puerto para recibir al obispo que venía en barco a darle la bendición al pueblo, su padre era árabe, tenía una hacienda y le gustaban las armas, mientras que su madre era sensible y sólo amaba a su hijo.
Salió vestido de lino blanco después de haber desayunado. Victoria Guzmán, la cocinera, estaba enterada de que iban a matar a Santiago, pero no le dijeron nada porque en el fondo, Victoria Guzmán deseaba que lo mataran. En el suelo, había una carta de advertencia para Santiago en donde le especificaban quiénes lo matarían, por qué razones y a qué hora lo harían, pero cuando Santiago salió, ni él ni nadie la vio hasta después del asesinato.
Santiago Nasar salió por la puerta principal y se dirigió rumbo al puerto. Al pasar cerca de la tienda de Clotilde Armenta, Pedro y Pablo Vicario, gemelos de 24 años, ya estaban esperando a Santiago para matarlo,El obispo no bajó del barco y desde allí dio la bendición. Santiago se sentía decepcionado, pues esperaba besarle la mano. De regreso se encontró con Margot, la hermana del narrador, quien invitó a Santiago a la casa a desayunar, pero éste prometió regresar en cuanto se cambiara de vestimenta. Muchos de los que estaban en el puerto sabían que a Santiago Nasar lo iban a matar. Don Lázaro Aponte, alcalde municipal, creyó que ya no corría ningún peligro, asimismo, el padre Carmen Amador. Cuando Margot caminaba rumbo a su casa, se enteró del escándalo que circulaba: la hermosa Ángela Vicario, que se había casado el día anterior, había sido devuelta a casa de sus padres porque el esposo encontró que no era virgen. Nadie podía explicarle cómo fue que el pobre Santiago Nasar terminó comprometido en semejante enredo, pero sí sabía con seguridad que los hermanos de Ángela lo estaban esperando para matarlo. Margot le contó a su madre la posible tragedia y ella salió rápidamente para avisarle a Plácida acerca de los intentos de asesinato contra su hijo, sin embargo, cuando iba en la calle, le dijeron que ya era muy tarde, Santiago ya había sido asesinado.
CAPITULO 2
Bayardo San Román, el hombre que devolvió a la esposa, había venido por primera vez en agosto del año anterior: seis meses antes de la boda. Andaba por los 30 años, era muy rico, tenía los ojos dorados, de cintura angosta y parecía un hombre triste. Nadie supo nunca a qué vino realmente, se decía que andaba de pueblo en pueblo buscando novia para casarse. La noche en que llegó dio a entender en el cine que era ingeniero de trenes y habló de la urgencia de construir un ferrocarril. Nunca se estableció muy bien cómo se conocieron él y Ángela, pero supuestamente un día Bayardo vio a Ángela caminar por la calle junto con su madre y dijo que se casaría con ella.
Ángela Vicario era la hija menor de una familia de recursos escasos. Su padre, Poncio Vicario, era ciego y orfebre de pobres. Purísima del Carmen, su madre, había sido maestra de escuela hasta que se casó. Las dos hijas mayores de Pura se habían casado muy tarde y una hija intermedia falleció de fiebres crepusculares.
Ángela era la más bella de las cuatro, pero tenía un aire desamparado y una pobreza de espíritu que le aguardaban un porvenir incierto.
Al muy poco tiempo, Bayardo San Román le propuso matrimonio a Ángela. Ella no estaba muy convencida de convertirse en su esposa, pero él había atrapado con sus encantos a la familia Vicario y además representaba una gran bendición, tomando en cuenta el estatus social de la familia. La madre de Ángela pidió que Bayardo San Román acreditara su identidad, pues hasta entonces nadie sabía quién era. Bayardo trajo a su familia para ponerle fin a las distintas conjeturas y chismes que circulaban en el pueblo acerca de su identidad.
El día de la boda se fijó pronto y hubiera sido antes de no ser por el luto que guardaban los Vicario. Ésta se iba a celebrar en casa de la familia Vicario, la cual requería de remodelaciones para la cantidad de invitados, incluso Bayardo alquiló las casas de los vecinos para que tuvieran más espacio para el baile. Asimismo, ya estaba dispuesto el nuevo hogar de la pareja, una casa en la colina que pertenecía al viudo Xius y era la casa más bonita del pueblo,
Nadie hubiera pensado que Ángela Vicario no fuera virgen, dado que nadie le había conocido ningún novio anterior y había crecido junto con sus hermanas bajo el rigor de una madre de hierro.las hermanas quienes le aseguraron que casi todas las mujeres perdían la virginidad en accidentes de la infancia y que habían trucos para engañar al marido con la reposición de otra sábana que pudiera exhibir en su primera mañana de recién casada, la sábana de hilo con la mancha de honor. Al novio le regalaron un automóvil convertible con su nombre grabado en letras góticas y a la novia le regalaron un estuche de cubiertos de oro puro.
El acto final terminó a las seis de la tarde, cuando se despidieron los invitados de honor y el buque se fue con las luces encendidas, dejando un reguero de valses de pianola. Los recién casados aparecieron poco después en el automóvil descubierto y después de festejar un rato, Bayardo ordenó que siguieran bailando por cuenta suya y se llevó a la esposa aterrorizada para la casa de sus sueños donde el viudo Xius había sido feliz. La parranda pública se dispersó en fragmentos hasta la media noche. Santiago Nasar, quien gustaba de hacer cálculos sobre los gastos de la fiesta, estuvo festejando y bebiendo con el narrador, Enrique, Cristo Bedoya e incluso con los hermanos Vicario 5 horas antes de que lo mataran.
Por la madrugada, Bayardo San Román entregó a su suegra a Ángela Vicario, sin pronunciar una sola palabra, posteriormente se despidió de Pura con un beso en la mejilla.
Pura Vicario golpeó con mucha rabia a su hija y cuando los gemelos volvieron a casa, un poco antes de las tres de mañana, escucharon la sentencia que Ángela hacía en contra de Santiago Nasar, el que supuestamente la despojó de su virginidad.
El acto final terminó a las seis de la tarde, cuando se despidieron los invitados de honor y el buque se fue con las luces encendidas, dejando un reguero de valses de pianola. Los recién casados aparecieron poco después en el automóvil descubierto y después de festejar un rato, Bayardo ordenó que siguieran bailando por cuenta suya y se llevó a la esposa aterrorizada para la casa de sus sueños donde el viudo Xius había sido feliz. La parranda pública se dispersó en fragmentos hasta la media noche. Santiago Nasar, quien gustaba de hacer cálculos sobre los gastos de la fiesta, estuvo festejando y bebiendo con el narrador, Enrique, Cristo Bedoya e incluso con los hermanos Vicario 5 horas antes de que lo mataran.
Por la madrugada, Bayardo San Román entregó a su suegra a Ángela Vicario, sin pronunciar una sola palabra, posteriormente se despidió de Pura con un beso en la mejilla.
Pura Vicario golpeó con mucha rabia a su hija y cuando los gemelos volvieron a casa, un poco antes de las tres de mañana, escucharon la sentencia que Ángela hacía en contra de Santiago Nasar, el que supuestamente la despojó de su virginidad.
CAPITULO 3
El abogado de los Vicario sustentó la tesis del homicidio en legítima defensa del honor, que fue admitida por el tribunal de conciencia, y los gemelos declararon al final del juicio que lo hubieran hecho mil veces más por los mismos motivos. Los gemelos se rindieron ante su iglesia pocos minutos después del crimen. Ambos estaban exhaustos por el trabajo bárbaro de la muerte, y tenían la ropa y los brazos empapados.
Nunca hubo una muerte más anunciada. Después de que la hermana les reveló el nombre, los gemelos Vicario pasaron por el depósito de la pocilga, donde guardaban sus cuchillos para descuartizar cerdos, y escogieron los dos mejores que tenían. Los envolvieron en un trapo y se fueron a afilarlos en el mercado de carnes. Faustino Santos, un carnicero amigo, los vio entrar a las 3:20 y mientras los gemelos afilaban sus cuchillos anunciaron que iban a matar a Santiago. Nadie les hizo caso porque pensaban que estaban borrachos, pero Faustino percibió una luz de verdad en la amenaza de Pablo Vicario y le comunicó lo ocurrido a un agente de la policía que pasó a comprar una libra de hígado para el desayuno del alcalde. El agente se llamaba Leandro Pornoy, quien fue a la tienda de Clotilde Armenta cuando los gemelos estaban sentados esperando.
Clotilde Armenta tenía una tienda que vendía leche al amanecer y víveres durante el día, y se transformaba en cantina desde las seis de la tarde. Esa mañana, Clotilde estaba levantada más temprano porque quería terminar de vender la leche antes de que llegara el obispo.
Los hermanos Vicario entraron a las 4:10 y éstos anunciaron, que andaban buscando a Santiago Nasar para matarlo. El agente Leandro Pornoy, que iba por la leche del alcalde, comprendió las intenciones de los hermanos y le avisó al coronel Lázaro Aponte. Éste se dirigió a casa de Clotilde y sólo les confiscó los cuchillos a los hermanos. Clotilde estaba desilusionada, pues esperaba que arrestaran a los gemelos hasta esclarecer la verdad del conflicto. Los hermanos Vicario habían contado sus propósitos a más de doce personas que fueron a comprar leche, y éstas lo habían divulgado por todas partes antes de las seis. A Clotilde le parecía imposible que no se supiera nada en la casa Santiago así que le mandó un recado urgente a Victoria Guzmán, la criada de Santiago, para alertar a Santiago del peligro.
Faustino Santos no pudo entender porqué habían vuelto los gemelos a afilar sus cuchillos, y al oírlos gritar que iban a sacarle las tripas a Santiago, creyeron que estaban borrachos y exagerando, sin embargo, Clotilde notó que los gemelos llevaban la misma determinación de antes para matar a Santiago.
Pedro Vicario, según declaración propia, fue el que tomó la determinación de matar a Santiago Nasar, y al principio su hermano no hizo más que seguirlo. Pero también fue él quien pareció dar por cumplido el compromiso cuando los desarmó el alcalde, y entonces fue Pablo Vicario quien asumió el mando.
Santiago Nasar entró a su casa a las 4:20 después de haber estado, primero en la fiesta, después, junto con Luis Enrique, el narrador y Bedoya, fue a casa de los novios para reventar petardos en honor a los novios y finalmente estuvo en casa de María Alejandrina hasta pasadas las tres. Luis Enrique, por su parte, llegó muy borracho a su casa y se quedó dormido en el baño, mientras que el narrador permaneció en casa de María Alejandrina.
A las 5:30, Victoria Guzmán despertó a Santiago para ir a recibir al obispo, pero no le dijo nada con respecto al mensaje que habían enviado. Por otra parte, Luis Enrique había visto a los gemelos antes de regresar a casa, pero estaba tan borracho que no recuerda lo que le dijeron ni lo que él contestó. A la mañana siguiente, oyó sin despertar los primeros bramidos del buque del obispo. Después se durmió a fondo, rendido por la parranda y lo despertó un grito histérico de su hermana Margot que decía que habían matado a Santiago.
CAPITULO 4
Los estragos de los cuchillos fueron apenas un principio de la autopsia inclemente que el padre Carmen Amador se vio obligado a hacerle a Santiago Nasar por ausencia del doctor Dionisio Iguarán. Siete de las numerosas heridas eran mortales. Lo habían herido en el páncreas, el pulmón, el hígado, los brazos, la mano, etc. La autopsia se realizó dentro de una escuela pública del pueblo.
Entre tanto, los hermanos Vicario estaban encerrados en la cárcel, sin poder conciliar el sueño porque todo su cuerpo y sus ropas olían a Santiago, de hecho, todo el pueblo olía a Santiago Nasar. Pensaban que querrían matarlos en venganza a su acto. El temor de los gemelos respondía al estado de ánimo de la calle.
La familia Vicario se fue completa del pueblo, hasta las hijas mayores con sus maridos, por iniciativa del coronel Aponte. Se fueron a Manaure sin que nadie se diera cuenta, cerca de Riohacha, donde estaban presos los gemelos.
Para la inmensa mayoría, sólo hubo una víctima: Bayardo San Román, quien después de haber regresado a Ángela, bebió tanto en la colina de Xius que lo encontraron en estado de urgencia por intoxicación etílica. La madre de Bayardo y sus hermanas fueron a acompañarlo en la pena. Después se marcharon del pueblo y tanto la casa en la colina como el coche convertible, se desintegraron con el paso de los años.
Después de 23 años, el narrador vio a Ángela Vicario en la terraza de una casa. Ella nunca hizo ningún misterio de su desventura y la contaba a quien le preguntara con sus pormenores a excepción del secreto que nunca se pudo aclarar: quién fue, cómo y cuándo el verdadero causante de su perjuicio, pues nadie creyó que en realidad hubiera sido Santiago Nasar, quien era demasiado altivo para fijarse en ella. Ángela contó que siempre se quedó grabada en su memoria la imagen de Bayardo y si lloraba o sentía pena, era por él. Ángela lo vio un día salir de un hotel, pero él no la vio. Nació todo de nuevo y ella se volvió loca de remate por él. A partir de entonces comenzó a escribirle, poco a poco las cartas se hicieron semanales, pero no había respuesta alguna. A Ángela le bastaba saber que él las estaba recibiendo, pero era como escribirle a nadie.
Una madrugada, por el año décimo, la despertó la certidumbre de que él estaba desnudo en su cama. Ángela le escribió entonces una carta febril de 20 pliegos en la que soltó sin pudor las verdades amargas que llevaba podridas en el corazón desde su noche funesta. Pero no hubo respuesta y a partir de entonces ya no era consciente de lo que escribía a ciencia cierta, pero lo siguió haciendo por 17 años.
Un medio día de agosto, mientras Ángela bordaba con sus amigas, Bayardo San Román, más gordo y viejo, apareció con una maleta con ropa para quedarse y otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito, ordenadas por fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores y todas sin abrir.
Cristo después de medio escuchar a Yamil salió en busca de Santiago pero no lo encontró. Fue en busca de él, paso por su casa y su dormitorio y allí no estaba y aprovecho para coger un arma de la habitación de Santiago pero se dio cuenta que después del asesinato que estaba descargada. Siguió su busca pero los gemelos, le llamaron desde la tienda de leche y los gemelos le dijeron que le dijera a Santiago que le estaban esperando para matarle. Por detrás de los gemelos apareció Clotilde y le dijo que se diera prisa porque en este pueblo de maricas solo un hombre como tu podías impedir la tragedia. La gente regresaba del puerto y tomaba sus posiciones en la plaza. En la puerta del club Social se encontró con el coronel Aponte y le dijo que los gemelos lo querían matar y tenían nuevos cuchillos. Entonces el coronel prometió ocuparse del tema pero entró un momento al club a confirmar una partida de domino de esa misma noche y mientras estaba dentro ocurrió el asesinato. Cristo Bedoya creía que estaba en su casa desayunando con su hermana y se fue a su casa. A medio camino escucho gritos remotos y le pareció que están reventando cohetes por el rumbo de la plaza. Trato de correr pero cuando llego le pregunto a su madre y le contesto: dicen que lo han matado pero Santiago se había metido en la casa de su novia donde su padre le dijo la verdad, que lo buscaban para matarlo así que se fue la gente se había colocado en la plaza como en los días de desfile. Toda la gente le estaba chillando. Así que entró en la casa de su novia nuevamente buscando la escopeta de caza pero no la encontró. Salió nuevamente a la plaza y hecho a correr hacia a su casa pero su madre cerró la puerta principal creyendo que su hijo ya estaba dentro.
El abogado de los Vicario sustentó la tesis del homicidio en legítima defensa del honor, que fue admitida por el tribunal de conciencia, y los gemelos declararon al final del juicio que lo hubieran hecho mil veces más por los mismos motivos. Los gemelos se rindieron ante su iglesia pocos minutos después del crimen. Ambos estaban exhaustos por el trabajo bárbaro de la muerte, y tenían la ropa y los brazos empapados.
Nunca hubo una muerte más anunciada. Después de que la hermana les reveló el nombre, los gemelos Vicario pasaron por el depósito de la pocilga, donde guardaban sus cuchillos para descuartizar cerdos, y escogieron los dos mejores que tenían. Los envolvieron en un trapo y se fueron a afilarlos en el mercado de carnes. Faustino Santos, un carnicero amigo, los vio entrar a las 3:20 y mientras los gemelos afilaban sus cuchillos anunciaron que iban a matar a Santiago. Nadie les hizo caso porque pensaban que estaban borrachos, pero Faustino percibió una luz de verdad en la amenaza de Pablo Vicario y le comunicó lo ocurrido a un agente de la policía que pasó a comprar una libra de hígado para el desayuno del alcalde. El agente se llamaba Leandro Pornoy, quien fue a la tienda de Clotilde Armenta cuando los gemelos estaban sentados esperando.
Clotilde Armenta tenía una tienda que vendía leche al amanecer y víveres durante el día, y se transformaba en cantina desde las seis de la tarde. Esa mañana, Clotilde estaba levantada más temprano porque quería terminar de vender la leche antes de que llegara el obispo.
Los hermanos Vicario entraron a las 4:10 y éstos anunciaron, que andaban buscando a Santiago Nasar para matarlo. El agente Leandro Pornoy, que iba por la leche del alcalde, comprendió las intenciones de los hermanos y le avisó al coronel Lázaro Aponte. Éste se dirigió a casa de Clotilde y sólo les confiscó los cuchillos a los hermanos. Clotilde estaba desilusionada, pues esperaba que arrestaran a los gemelos hasta esclarecer la verdad del conflicto. Los hermanos Vicario habían contado sus propósitos a más de doce personas que fueron a comprar leche, y éstas lo habían divulgado por todas partes antes de las seis. A Clotilde le parecía imposible que no se supiera nada en la casa Santiago así que le mandó un recado urgente a Victoria Guzmán, la criada de Santiago, para alertar a Santiago del peligro.
Faustino Santos no pudo entender porqué habían vuelto los gemelos a afilar sus cuchillos, y al oírlos gritar que iban a sacarle las tripas a Santiago, creyeron que estaban borrachos y exagerando, sin embargo, Clotilde notó que los gemelos llevaban la misma determinación de antes para matar a Santiago.
Pedro Vicario, según declaración propia, fue el que tomó la determinación de matar a Santiago Nasar, y al principio su hermano no hizo más que seguirlo. Pero también fue él quien pareció dar por cumplido el compromiso cuando los desarmó el alcalde, y entonces fue Pablo Vicario quien asumió el mando.
Santiago Nasar entró a su casa a las 4:20 después de haber estado, primero en la fiesta, después, junto con Luis Enrique, el narrador y Bedoya, fue a casa de los novios para reventar petardos en honor a los novios y finalmente estuvo en casa de María Alejandrina hasta pasadas las tres. Luis Enrique, por su parte, llegó muy borracho a su casa y se quedó dormido en el baño, mientras que el narrador permaneció en casa de María Alejandrina.
A las 5:30, Victoria Guzmán despertó a Santiago para ir a recibir al obispo, pero no le dijo nada con respecto al mensaje que habían enviado. Por otra parte, Luis Enrique había visto a los gemelos antes de regresar a casa, pero estaba tan borracho que no recuerda lo que le dijeron ni lo que él contestó. A la mañana siguiente, oyó sin despertar los primeros bramidos del buque del obispo. Después se durmió a fondo, rendido por la parranda y lo despertó un grito histérico de su hermana Margot que decía que habían matado a Santiago.
CAPITULO 4
Los estragos de los cuchillos fueron apenas un principio de la autopsia inclemente que el padre Carmen Amador se vio obligado a hacerle a Santiago Nasar por ausencia del doctor Dionisio Iguarán. Siete de las numerosas heridas eran mortales. Lo habían herido en el páncreas, el pulmón, el hígado, los brazos, la mano, etc. La autopsia se realizó dentro de una escuela pública del pueblo.
Entre tanto, los hermanos Vicario estaban encerrados en la cárcel, sin poder conciliar el sueño porque todo su cuerpo y sus ropas olían a Santiago, de hecho, todo el pueblo olía a Santiago Nasar. Pensaban que querrían matarlos en venganza a su acto. El temor de los gemelos respondía al estado de ánimo de la calle.
La familia Vicario se fue completa del pueblo, hasta las hijas mayores con sus maridos, por iniciativa del coronel Aponte. Se fueron a Manaure sin que nadie se diera cuenta, cerca de Riohacha, donde estaban presos los gemelos.
Para la inmensa mayoría, sólo hubo una víctima: Bayardo San Román, quien después de haber regresado a Ángela, bebió tanto en la colina de Xius que lo encontraron en estado de urgencia por intoxicación etílica. La madre de Bayardo y sus hermanas fueron a acompañarlo en la pena. Después se marcharon del pueblo y tanto la casa en la colina como el coche convertible, se desintegraron con el paso de los años.
Después de 23 años, el narrador vio a Ángela Vicario en la terraza de una casa. Ella nunca hizo ningún misterio de su desventura y la contaba a quien le preguntara con sus pormenores a excepción del secreto que nunca se pudo aclarar: quién fue, cómo y cuándo el verdadero causante de su perjuicio, pues nadie creyó que en realidad hubiera sido Santiago Nasar, quien era demasiado altivo para fijarse en ella. Ángela contó que siempre se quedó grabada en su memoria la imagen de Bayardo y si lloraba o sentía pena, era por él. Ángela lo vio un día salir de un hotel, pero él no la vio. Nació todo de nuevo y ella se volvió loca de remate por él. A partir de entonces comenzó a escribirle, poco a poco las cartas se hicieron semanales, pero no había respuesta alguna. A Ángela le bastaba saber que él las estaba recibiendo, pero era como escribirle a nadie.
Una madrugada, por el año décimo, la despertó la certidumbre de que él estaba desnudo en su cama. Ángela le escribió entonces una carta febril de 20 pliegos en la que soltó sin pudor las verdades amargas que llevaba podridas en el corazón desde su noche funesta. Pero no hubo respuesta y a partir de entonces ya no era consciente de lo que escribía a ciencia cierta, pero lo siguió haciendo por 17 años.
Un medio día de agosto, mientras Ángela bordaba con sus amigas, Bayardo San Román, más gordo y viejo, apareció con una maleta con ropa para quedarse y otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito, ordenadas por fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores y todas sin abrir.
CAPITULO 5
La mayoría de quienes pudieron hacer algo para impedir el crimen y sin embargo no lo hicieron, se consolaron con el pretexto de que los asuntos de honor son sagrados. Flora, la novia de Santiago, se fugo con un teniente de fronteras que la prostituyo entre los caucheros de Vichada. El juez instructor apareció doce días después del crimen. Tuvo que pedir refuerzos por la muchedumbre que se precipitaba a declarar sin ser llamada. 20 años después se buscó pero no se encontró el nombre del juez instructor del caso. Lo bueno de esta historia es que no se encontraron ninguna prueba de que Santiago hubiera sido el agresor. Las amigas de Ángela Vicario declararon que les había hecho cómplices de ese secreto desde antes de la boda pero no les había revelado ningún nombre. El juicio solo llego a durar tres días. A todos no le caía bien Santiago, a Polo Carrillo, el dueño de la planta eléctrica, pensaba que su serenidad no era inocencia sino cinismo.
La gente se dispersaba hacia la plaza, en el centro había dos personas, Santiago y Cristo Bedoya pero nadie los avisaron. Yamil Shaium un árabe, amigo del padre de Santiago le iba a advertir pero pensaba que si el rumor era infundado le iba a causar una alarma inútil.Cristo después de medio escuchar a Yamil salió en busca de Santiago pero no lo encontró. Fue en busca de él, paso por su casa y su dormitorio y allí no estaba y aprovecho para coger un arma de la habitación de Santiago pero se dio cuenta que después del asesinato que estaba descargada. Siguió su busca pero los gemelos, le llamaron desde la tienda de leche y los gemelos le dijeron que le dijera a Santiago que le estaban esperando para matarle. Por detrás de los gemelos apareció Clotilde y le dijo que se diera prisa porque en este pueblo de maricas solo un hombre como tu podías impedir la tragedia. La gente regresaba del puerto y tomaba sus posiciones en la plaza. En la puerta del club Social se encontró con el coronel Aponte y le dijo que los gemelos lo querían matar y tenían nuevos cuchillos. Entonces el coronel prometió ocuparse del tema pero entró un momento al club a confirmar una partida de domino de esa misma noche y mientras estaba dentro ocurrió el asesinato. Cristo Bedoya creía que estaba en su casa desayunando con su hermana y se fue a su casa. A medio camino escucho gritos remotos y le pareció que están reventando cohetes por el rumbo de la plaza. Trato de correr pero cuando llego le pregunto a su madre y le contesto: dicen que lo han matado pero Santiago se había metido en la casa de su novia donde su padre le dijo la verdad, que lo buscaban para matarlo así que se fue la gente se había colocado en la plaza como en los días de desfile. Toda la gente le estaba chillando. Así que entró en la casa de su novia nuevamente buscando la escopeta de caza pero no la encontró. Salió nuevamente a la plaza y hecho a correr hacia a su casa pero su madre cerró la puerta principal creyendo que su hijo ya estaba dentro.
Santiago llego a golpear varias veces con los puños la puerta pero los gemelos ya habían llegado, el se giró y se los encontró allí mismo y empezaron a acuchillarle y no pararon hasta verlo caer en el suelo.
Después de buscarlo a gritos por los dormitorios oyendo sin saber de donde eran los gritos que no eran lo suyos, Placida se asomo a la ventana de la plaza y vio a los gemelos que corrían hacia la iglesia y detrás a Yamil con un escopeta de caza. Creyendo que ya había pasado el peligro salió al balcón del dormitorio y vio a Santiago frente a la puerta bocabajo, tratándose de levantar de su propia sangre. Se incorporó de medio lado y se echo a andar en un estado de alucinación, sosteniendo con las manos las vísceras colgantes. Camino más de cien metros para darle la vuelta a la casa y entrar por la puerta de la cocina. Atravesó el jardín de los vecinos encontrándose con Wenefrida Márquez y ella le pregunto que le pasaba y el le respondió que lo habían matado. Tropezó en el último escalón pero se incorporó de inmediato y hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas, dijo Wenefrida después.
Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis y se derrumbo de bruces en la cocina.